«Recetas adictivas como los buñuelos de bacalao, las migas, el pisto o la perdiz escabechada»
El suplemento semanal de cultura y espectáculos Metrópoli del diario El Mundo, ha publicado una reseña sobre Posada de la Cal en sus páginas. Firmado por J.A. Díaz, el texto señala que nuestro restaurante está estimado y considerado entre los «aficionados al buen comer, sobre todo por un puñado de adictivas recetas que figuran en su carta.»
El autor resalta que nuestro pisto es uno de los mejores que ha probado nunca y que nuestros buñuelos de bacalao, la perdiz escabechada o estofada y las migas del pastor «crean necesidad y hábito». Tan sensacionales, continúa el artículo, como «los riñones de cordero lechal braseados en horno de leña de encina, un exquisito manjar para los buenos amantes de este producto de casquería.» J. A. Díaz destaca también nuestras chuletas o el «magnífico» cuarto de cordero asado.
Puesto que de momento la reseña sólo está disponible en la versión imprenta, decidimos copiar el texto para que puedan leer toda la reseña:
Fundado hace cincuenta y tantos años por Pedro Fernández, desde hace 21 es su hijo Javier quien gobierna este comedor. Dos etapas diferentes y distanciadas en el tiempo pero idénticas en la estima y consideración de los aficionados al buen comer, sobre todo por un puñado de adictivas recetas que figuran en su carta.
Verbigracias: pisto. No hay dos iguales; como diría aquel, cada maestrillo tiene su librillo. Pues bien, el que aún elabora Eva Cabrera (esposa del fundador y madre de Javier) se compone de pimiento verde, algo de rojo, cebolla y tomate y es uno de los mejores que hemos probado nunca.
Más recetas que crean necesidad y hábito: los buñuelos de bacalao, la perdiz escabechada o estofada y las migas del pastor. Tan sensacionales como los riñones de cordero lechal braseados en horno de leña de encina, un exquisito manjar para los buenos amantes de este producto de casquería. Brasas que sirven también para acondicionar las chuletas o el magnífico cuarto de cordero asado que se promociona como uno de los platos estrella de la carta. Un cordero, manchego, por supuesto, sin apenas grasa y un peso entre 5 y 5,5 kilos.
La idea de Javier Fernández es seguir dando la brasa – seña de identidad-, no sólo con la carne, sino con el pescado, proceso en el que está inmerso, aunque en fase incipiente. Tiempo al tiempo. J.A. Díaz